
La orientación implica una comprensión del ambiente, es decir, la capacidad de la persona en el espacio para relacionarse entre los elementos del ambiente, esto se consigue a través de los sentidos, tales como la percepción auditiva y táctil, además del desarrollo de conceptos espaciales y medioambientales.
En cuanto a la capacidad para desplazarse con independencia, implica el aprendizaje de técnicas de protección y otras que le sirvan a la persona para seguir referencias, como caminar en línea recta, cruzar calles, utilizar el transporte público, etc.
Los invidentes para guiarse utilizan principalmente un bastón, el cual asume el papel de una prolongación del cuerpo, asumiendo una función de orientación, ya que, proporciona información a la persona acerca de su ubicación y la superficie sobre la que está caminando, además posee un puntero que remite vibraciones al ciego las cuales son más intensas si la superficie sobre la que se encuentra es dura.
Con lo mencionado anteriormente nos interesa analizar esta forma de guía, a través de la actividad experimentada el presente día, la cual ha sido realizada en diversas ocasiones por personas videntes con el fin de experimentar y asumir la difícil tarea que lleva a cabo día a día un invidente. Esta actividad consistía en vendar los ojos y utilizar de guía un bastón cualquiera, contando además con una persona que daría indicaciones acerca del espacio que nos rodeaba. La experiencia fue buena para entender la dificultad de perder un sentido tan importante como lo es el de la visión, causando tensión y perdida de la percepción del entorno, así mismo se agudizan los demás sentidos, pues los sonidos se vuelven importantes para saber en donde nos encontramos o a que peligros nos enfrentamos, por ejemplo el tener un auto a poca distancia, o también el tacto para reconocer el lugar por el que caminábamos.
A raíz de este problema se nos ha hecho interesante dar a conocer en el sentido de la educación inclusiva, cómo afectaría esta discapacidad en la actividad física dentro de un establecimiento de educación para los invidentes, en la que primero que nada se afirma que no puede existir una exclusión por la necesidad que presenta el realizar ejercicio para la salud.

A modo de resultado podemos decir que es posible realizar una integración de el alumno con discapacidad visual a la actividad física, siempre que se cuente con la disposición de hacerlo, y es necesario para un mejor desarrollo del individuo como un ser autónomo.
Por: Andrea Matus del Pino